sábado, 17 de febrero de 2018

HISTORIA DE PIEDRA


 
En una plaza cualquiera de cualquier ciudad, un hombre estatua se prepara para su larga jornada, no hay nada mas duro que permanecer por largo tiempo inmóvil. Pero era su oficio, el único trabajo que esta sociedad le permitía tener. Y además le gustaba ver la cara de susto de los pequeñines cuando se movía y descubrían que no era de piedra.
 
Con su frac y su sombrero de copa, totalmente dorado cual colgantes en el cuello de un gitano, permanecía inmóvil hasta que alguna alma caritativa le echaba una moneda, que le aliviaba el entumecimiento de los músculos y el dolor de su estomago.
 
Le gustaba imaginar las vidas de los transeúntes que se arrimaban a cronometrar cuanto tiempo pasa sin pestañear. Seguro que van a sus trabajos sin detenerse ni a admirar la bella ciudad donde viven, seguro que ni ven a los niños reírse a carcajadas cuando casi atrapan a la palomita que juega con ellos, mientras trata de buscar alimento, se decía que el tenia mucha suerte de poderse deleitar con todas las pequeñas cosas de la vida.
 
-Mama mira, una estatua dorada. – no es una estatua, es un señor. – que va, si ni siquiera pestañea. – toma échale una moneda y veras. – Aaahh!! Que susto. Se reía la madre y el novio dorado, se decía, - vamos bien hoy ya puedo pagarme la pensión. El niño pensaba que trabajo mas aburrido hay sin moverse y encima dando sustos, vaya chorrada, yo cuando sea mayor quiero ser arquitecto como mi papá.
 
Desde lo alto de su pedestal, podía apreciar la belleza de los escotes de las chicas amables, y se decía, a esa si que le echaba yo una moneda en la ranura , jeje! y se reía sin apenas gesticular su cara. Pero lo que más le gustaba era asustar a las abuelas, decía – así su corazón late mas deprisa y vivirán mas años, y se volvía a reír.
 
A veces si el día había sido propicio, se daba el lujo de comer de menú, si no al súper a comprar algo de embutido, pan, y un brig de vino, que calentaba su cuerpo tanto tiempo a la intemperie expuesto.
 
Dos extranjeras, mapa desplegado en mano paseaban ceca de la estatua, despreocupadas si saber lo que les esperaba. Una chavalita, de unos 12 años, probaba suerte hurgando en el bolso de la más bajita, nuestro gentil caballero se dio cuenta, y de un grito asustó a la chiquilla. Cocido madrileño, unos San Jacobos y un flan, fue la recompensa por evitar el atraco, a parte de la grata compañía de las lozanas jovenzuelas.
 
- ¿Cómo usted, trabajar estatua? Pregunto la bella dama de ojos azules y cabellos dorados. – Si tenéis tiempo os lo cuento. Y comenzó a narrar una historia que las dejo de piedra. Acababa de salir de la academia de policía, tenia 22 años y una novia linda, era feliz, el hombre mas feliz de la tierra, con la que el próximo mes de mayo iba a casarse. Malditas sean las drogas un joven ignorante puesto hasta las cejas, conduciendo un copé rojo, segó la vida de lo que más amaba, y la suya la lanzo al mas profundo de los abismos. A partir de entonces la locura fue su compañera y la calle su hogar.
 
msd.
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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