Padre, Madre:
Nunca os comprendí,
tu Padre
siempre ahí, en tu sitio;
cada mañana te levantabas sonriente para
llevar un poco de pan y luz a casa.
Tu Madre, aguardando su llegada,
dejándote la piel por tus hijos; por todos. Y...
Ahora... ¿que?
La ambición del hombre , mi propia
ignorancia siega vuestras vidas.
Padre callos tienes hasta en el
alma.
Madre surcos en tu piel y en tus
ojos.
Sin embargo siempre estaréis ahí
luchando eternamente por lo que queréis y sois.
Gracias Padre Sol, Madre Tierra.
Manuel Sánchez Diego.
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